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Desde el 8 de mayo de 1882, el Club de La Paz constituye inagotable filón sobre los grandes acontecimientos de la Historia de Bolivia. Nació a la vida social en el Siglo XIX, tres años después de la Guerra del Pacífico.

Fue testigo de otras dos conflagraciones en el Siglo XX: la Guerra del Acre y la Guerra del Chaco y en los primeros años del Siglo XXI, asiste a la transformación de la República de Bolivia, en un Estado Plurinacional, cuyas proyecciones, exitosas o no, están en proceso.

En más de 135 años, el Club de La Paz brilló y también enmudeció ante eventos tan duros y siniestros como las tres guerras declaradas por países vecinos, los agitados y cruentos golpes de Estado; asonadas que segaron la vida de ilustres como Gualberto Villarroel.

Vio desfilar, frente a su actual sede ubicada en la Avenida Camacho, esquina Ayacucho, a las milicias armadas que habían derrotado al Ejército en la década de los años 50 del Siglo XX.

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el siglo xix

En 1878, un maremoto azotó las costas bolivianas del Pacífico, mientras que la sequía acompañada de epidemias, diezmó a la población de Cochabamba, Sucre y Tarija. Fue el preludio de la Guerra del Pacífico.

El Siglo XIX, si bien dio a luz nuestra República, también generó la ambición de las naciones vecinas, casi todas ellas invadieron los territorios bolivianos.

Las connotaciones de la Guerra del Pacífico mostraron para desgracia nacional, que más valía el interés de ciertos individuos y grupos que, sin vacilar, apoyaron el desarrollo de los luctuosos acontecimientos de febrero de 1879.

CLUB DE LA PAZ

En aquel marco histórico, surgió un movimiento silencioso pero aguerrido, que enarboló la defensa de los derechos patrios, empeñado en rescatar y mantener vivas las tradiciones paceñas y nacionales como una frontera ideológica frente a la penetración extranjera. Así fue.

Tres años después de la cruenta Guerra del Pacífico, durante el gobierno del patriarca General Narciso Campero, un grupo de ilustres ciudadanos fundó el Club de La Paz (8 de mayo de 1882), interesado en buscar nuevos horizontes para el desarrollo departamental, edificando una Institución de nuevo tipo, cuyo mensaje patriótico y de esperanza, aliente a la nacionalidad herida por el cercenamiento del Litoral boliviano, cautivo desde aquel febrero de 1879, y proyecte al país una visión mucho más amplia y moderna para el desarrollo de Bolivia.

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Parece que la fundación del Club de La Paz fue un proyecto que flotaba mucho antes de la invasión chilena al Litoral boliviano. Algunos discursos, registrados en la prensa de entonces, percibían “al futuro Club” como una Institución cívica que se encargaría de fundamentar y difundir el amor al departamento y, por ende, a la Patria. El primer directorio del 8 de mayo de 1882, estaba integrado por: Heriberto Gutiérrez, Alcides Granier, José Enrique Guerra, Guillermo Grundy, José Rosendo Gutiérrez, Samuel Torres, Cesáreo Zalles y Sergio del Castillo.

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LA GUERRA DEL CHACO

Poco antes de las acciones del Chaco, una Junta Militar al mando del General Carlos Blanco Galindo (junio de 1930 y marzo de 1931), asumió el gobierno como antesala de la llegada del “hombre símbolo” a la Presidencia de la República, Daniel Salamanca acompañado de José Luis Tejada Sorzano.

El nombre del General Carlos Galindo está impreso en la memoria del Club de La Paz, año de 1910. Tejada Sorzano, asumió la presidencia del Directorio del Club de La Paz en la gestión 1920-1921, mucho antes de verse envuelto en los trajines del Chaco.

Según “La Historia del Siglo Veinte en Bolivia”, producido por el equipo de la Revista Enfoques de Cucho Vargas y Ricardo Sanjinés, Daniel Salamanca, fue socio del Club.

En la etapa posterior a 1934, la generación que combatió en la Guerra del Chaco, una vez concluidas las acciones, volcó su interés en el futuro destino de la Patria. En mayo de 1936, el coronel David Toro (socio del Club incluso en el año 1950), comandante de la Brigada de Caballería, derrocó a Tejada Sorzano. Toro recibió el apoyo del Ejército.

El gobierno de David Toro duró un año, tiempo en el que fundó Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), nacionalizó la Standard Oli Company y, de acuerdo a críticos de la época, trató de imponer “una especie de socialismo de Estado”.

El siguiente gobierno militar fue encabezado por el héroe del Chaco, Germán Busch, quien promulgó una Constitución muy avanzada favoreciendo el régimen familiar. Creó el Departamento de Pando e impuso a la gran minería la entrega del 100 por ciento de las divisas al Estado. Hizo apresar a Mauricio Hoschild, uno de los “barones del Estaño”.

Hoschild figura como socio del Club de La Paz, desde 1926, junto a Tomás Monje Gutiérrez, Avelino Aramayo, Carlos Víctor Aramayo, Néstor Morales Villazón, Simón I. Patiño, Antenor S. Patiño, Arturo Thompson; el famoso intelectual Gustavo Adolfo Otero, Guillermo Killman, el coronel de caballería Ismael Sánchez de Lozada, Flavio Machicado, Carlos Quintanilla, Hugo E. Zalles, Simón F. Bedoya, Carlos Calvo, Javier Campero Paz, Enrique Peñaranda, Franz Tamayo, Guillermo Morris, Alcides Arguedas, Núñez del Prado, entre otros ilustres.

El 9 de abril de 1952, luego de cruenta batalla en las calles y avenidas de la ciudad de La Paz, triunfó la Revolución encabezada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), evento sociopolítico que derribó las viejas estructuras coloniales y feudales, nacionalizando primero las minas y acto seguido, liberando a la masa campesina del sistema de haciendas, último reducto de los métodos coloniales de explotación nativa.

El Club de La Paz, como otras instituciones civiles, tambaleó ante el impacto político y social de 1952. La mayoría de los socios, pertenecía entonces a la clase dominante y si no estaba perseguida, por lo menos estaba neutralizada.

Recordemos que los tres barones del estaño, Patiño, Hoschild y Aramayo, militaban desde 1926 como regias personalidades en el Club paceño y frente a esos magnates, en la misma mesa, estaban al frente los dirigentes de aquella Revolución: Víctor Paz Estenssoro, Hernán Siles Zuazo, Walter Guevara Arce que asumieron en la década de los años 50-60, la Presidencia de Bolivia.

En 1969, el Vicepresidente Luis Adolfo Siles Salinas, ocupó la primera magistratura del país. En el Informe a la Junta General Ordinaria de Accionistas, año 1951, éste figura como socio del Club de La Paz.

PODER Y CULTURA

El Club de La Paz en más de trece décadas, hizo de escuela política y cultural de enorme influencia en el país. Más de diez presidentes constitucionales de Bolivia, pertenecieron en su tiempo, al Club. Si dividimos, por ejemplo, 135 años de existencia cumplidos el 8 de mayo 2017, entre 10; cada trece años hipotéticamente, asumió un socio del Club, como primer mandatario del Estado boliviano.

Personajes de gran estampa histórica están presentes en las listas del Club: Narciso Campero, Gregorio Pacheco, José Manuel Pando, fueron presidentes de la República. Por norma, todos los presidentes de la República a partir de 1882 y hasta el año 1952, figuraban en las memorias anuales bajo el rótulo de “Socios Honorarios”. Por ejemplo, en la Memoria Anual de 1942 encabezan la lista de honorarios, Enrique Peñaranda, el potentado Carlos Víctor Aramayo y jefes de la misión diplomática, característica vigente hasta abril de 1952, cuando irrumpe la Revolución del MNR.

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El siglo XX (etapa 1904-1952), dio paso a los mandatos presidenciales de Ismael Montes, José Gutiérrez Guerra, Carlos Blanco Galindo, José Luis Tejada Sorzano, David Toro, Carlos Quintanilla, Enrique Peñaranda, Gualberto Villarroel, Tomás Monje Gutiérrez, Enrique Hertzog, Hugo Ballivián Rojas, Víctor Paz Estenssoro, socios históricos del Club de La Paz. Personajes de gran estampa histórica, están presentes en las listas del Club: Narciso Campero, Gregorio Pacheco, José Manuel Pando, fueron presidentes de la República. Por norma, todos los presidentes de la República a partir de 1882 y hasta el año 1952, figuraban en las memorias anuales, bajo el rótulo de “Socios Honorarios”. Por ejemplo, en la Memoria Anual de 1942 encabezan la lista de honorarios, Enrique Peñaranda, el potentado Carlos Víctor Aramayo y jefes de la misión diplomática, característica vigente hasta abril de 1952, cuando irrumpe la Revolución del MNR, el Siglo Veinte, (etapa 1904-1952), dio El siglo XX (etapa 1904-1952), dio paso a los mandatos presidenciales de Ismael Montes, José Gutiérrez Guerra, Carlos Blanco Galindo, José Luis Tejada Sorzano, David Toro, Carlos Quintanilla, Enrique Peñaranda, Gualberto Villarroel, Tomás Monje Gutiérrez, Enrique Hertzog, Hugo Ballivián Rojas, Víctor Paz Estenssoro, socios históricos del Club de La Paz. Gualberto Villarroel, el inmolado presidente, está en la lista oficial de socios de 1943, tres años antes de su trágica muerte, el 21 de julio de 1946.

Franz Tamayo, inscrito en el Club desde 1910, año en que, siendo Director de El Diario, publicó la “Creación de la Pedagogía Nacional” y la “Introducción a la Gramática Aymara” del profesor alemán Middendorf.

La obra cumbre de ilustre historiador Gustavo Adolfo Otero “La Vida Social en el Coloniaje”, contribuyó por otra parte, a entender la composición de los grupos que pueblan Bolivia. Gustavo Adolfo, además de ocupar un sitio privilegiado en el estudio de la sociedad colonial, fue socio del Club de La Paz. Así lo testimonia el Informe de la Junta General Ordinaria de 1942-1943.

El 29 de agosto 2014, como en antaño, sus amplios salones se abrieron para premiar a tres destacados socios: Paulovich, Manfredo Kemp y José Enrique Pacheco Álvarez. Los dos primeros periodistas de renombre, y el segundo empresario privado, past presidente del Club de La Paz.

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LA "trinchera"

Poco antes de las acciones del Chaco, una Junta Militar al mando del General Carlos Blanco Galindo (junio de 1930 y marzo de 1931), asumió el gobierno como antesala de la llegada del “hombre símbolo” a la Presidencia de la República, Daniel Salamanca acompañado de José Luis Tejada Sorzano.

El nombre del General Carlos Galindo está impreso en la memoria del Club de La Paz, año de 1910. Tejada Sorzano, asumió la presidencia del Directorio del Club de La Paz en la gestión 1920-1921, mucho antes de verse envuelto en los trajines del Chaco.

Según “La Historia del Siglo Veinte en Bolivia”, producido por el equipo de la Revista Enfoques de Cucho Vargas y Ricardo Sanjinés, Daniel Salamanca, fue socio del Club.

Los socios del Club continúan reuniéndose en el cuarto piso, en el Bar La Trinchera, copa en mano y agudeza en el decir.

El edificio del Club de La Paz, de refinado estilo francés, conserva centenares de historias relacionadas con la vida política del país y, por qué no, del mundo.

En sus salones, en abril de 1945, fueron descorchadas 600 botellas de champán para festejar la rendición de Alemania y, por tanto, el fin de la II Guerra Mundial.

Desde el quinto piso del edificio, saliendo del salón Roof Garden, se puede apreciar el Obelisco en pleno centro de la ciudad de La Paz, la que los socios conocen como “la mejor esquina del país”, y a la vuelta se encuentra la vista del Illimani de fondo.

La semilla de la institución la plantó Benedicto Goytia, destacado paceño que vivió en el siglo XIX y que el 8 de mayo de 1882 fundó el Club de La Paz. Esa obra sería la principal institución cívica, social y cultural en el siglo XX.

En un principio, la sede estuvo en una casa entre las calles Mercado y Colón, luego en el edificio que se alza en la plaza Murillo y que hoy ocupa la Academia Boliviana de Historia Militar. También se instaló en el inmueble de las calles Junín e Ingavi, pero tras el estallido de la Guerra del Chaco, en 1932, el Club presidido entonces por Alberto Palacios, transfirió el bien al Gobierno para que allí funcione el Ministerio de Relaciones Exteriores, según se lee en el sitio web de la entidad. Las iniciales “CLP” aún se encuentran en el frontis de la Cancillería para confirmarlo.

Hasta antes de 1943, cuando se terminó de construir el actual edificio frente al Obelisco, el Club funcionaba en la calle Colón esquina Mercado, en una casa de propiedad de Manuel Bueno. El 16 de julio de 1938, cuando se conmemoraba el aniversario de la gesta libertaria paceña, en medio de la tristeza por la derrota en la Guerra del Chaco, alguien, amparado en el anonimato, gritó: “¡Muera Busch!”. A punto estuvo el entonces presidente de Bolivia, el militar Germán Busch que almorzaba en el Club, de reaccionar; pero se calmó y entonces todos los asistentes, incluidos el Prefecto y el Alcalde pudieron respirar.

Entre 1932 y 1935, varios socios del Club acudieron al llamado de la guerra contra Paraguay, dejando atrás y por muchos años la alegría de las fiestas, como aquéllas memorables de 1909 y 1925, cuando se recordaron los centenarios del grito libertario de La Paz y el nacimiento de la República.

mil cien metros de memoria

El edificio que se halla justo en el punto en que la avenida Mariscal Santa Cruz se separa de la Camacho, es parte del patrimonio paceño.

La construcción erigida sobre 1.100 metros cuadrados tiene cinco plantas, 15 salones, sin contar los negocios externos (Café La Paz, Manolo’s, una óptica, una farmacia, una discoteca pub y un bowling), y es considerada por sus socios como una de las más hermosas de la ciudad.

El arquitecto paceño Jorge Rodríguez Balanza diseñó la obra, presentó los planos en 1939 y la terminó en 1943. El estilo es Art Decó, muy en boga durante la primera mitad del siglo XX. Este inmueble fue edificado de manera exclusiva para el Club; sus salones, biblioteca y todas las instalaciones están pensadas específicamente para su función; en principio había incluso una piscina, espacio que después ocupó el bar-restaurante Los Escudos (famoso en los años 70), destaca Riveros.

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En el interior, lo primero que atrae la mirada del visitante está en lo alto, a manera de cielo, vitrales diseñados por Antonio Morán Gismondi, un reconocido artista paceño de principios del siglo XX, miembro de una familia de fotógrafos que la inmigración italiana acercó a Bolivia.

El salón Centenario fue bautizado en 1948, cuando se celebró el cuarto siglo de fundación de la ciudad de La Paz. Pero hay más espacios con nombres cívicos: los pequeños salones Pedro Domingo Murillo y Mariscal Santa Cruz. En este último destaca un espejo francés que perteneció a Ismael Montes, expresidente del país y del Club, así como un piano Steinway, “algo como un Stradivarius de los violines”, remarca el valor Eduardo Lorini, uno de los directores del Club, refiriéndose a la afamada compañía norteamericana que los fabrica desde 1854. Cuatro esculturas hechas en bronce y adquiridas entre 1905 y 1906 aportan a la solemnidad del lugar.

Pero en estos salones la gente consumió litros de champagne francés en el citado 1945, y bailó hasta el amanecer con una orquesta típica argentina, un sexteto austriaco de cuerdas integrado por mujeres y una banda de jazz local que interpretó los clásicos foxtrots que tanto gustaban al compositor paceño Adrián Patiño, asiduo del Club.

Raúl Pérez Criales, uno de los socios que se precia de ser el más antiguo, pide no olvidar que en el salón principal se realizaban además las tradicionales mascaradas de Carnaval, al cabo de la tradicional entrada.

Las visitas ilustres forman parte también de la historia de una entidad, y en tal sentido la lista es larga. Pero, si hay que elegir algunos nombres, ahí está el del mariscal francés Ferdinand Foch (1851-1929), considerado héroe de la I Guerra Mundial, que se paseó por el Club.

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LA VISITA DE UN MÚLTIPLE CAMPEÓN

En la segunda mitad del siglo pasado, un acontecimiento deportivo figura en los anales de la entidad. Era 1975, dos años antes de los Juegos Bolivarianos en Bolivia, cuando La Paz fue elegida sede del Mundial de Billar. Los organizadores se decantaron por el Club, pues sus instalaciones no tenían par en la ciudad.

Seis mesas, dos de ellas de la marca belga Gabriel’s, que además llevan la inscripción del campeón mundial Raymond Knight Ceulemans — que compitió en Bolivia, son testigos de aquel campeonato cumbre. Ceulemans, actualmente retirado de la actividad competitiva, es recordado como la figura más descollante del billar a tres bandas, al haber conquistado 35 campeonatos del mundo.

Otra de las mesas fue propiedad de Simón I. Patiño, el barón del estaño; la institución hizo un esfuerzo económico y la adquirió hace diez años en Oruro y ahora es una de las joyas que se luce en el salón.

Pérez añora los tiempos de la piscina, pero Riveros se acuerda más del primer salón de bowling o juego de bolos que en los 60 se practicó como una gran novedad en el Club de La Paz. “El único problema que tuvimos es que no era automático, por eso debíamos armar a cada rato los pinos”, cuenta entre risas.

SEDE NO OFICIAL DEL GOBIERNO

La oficina del presidente del club tiene una puerta imponente. Fue importada, informa Riveros, desde Estados Unidos, donde la fabricaron en roble americano. Desde ese despacho, dos presidentes de la República dirigieron el país y el club.

“Aquí estuvieron Néstor Guillén (cuadragésimo presidente de Bolivia, entre el 21 de julio de 1946 y el 17 de agosto de 1946) y Hugo Ballivián (presidente entre 1951 y 1952)”, explica Riveros. Los otros jefes de Estado que también presidieron el club son José Manuel Pando, Ismael Montes y José Luis Tejada Sorzano.

Como los muebles de esa oficina, los del resto del lugar fueron importados, en su mayoría, de Francia o de la reconocida mueblería argentina Maple, famosa en la primera mitad del siglo XX.

En la biblioteca, llamada Franz Tamayo, este escritor y político no fue socio, pero el club le rinde homenaje— se custodian 3.841 libros, algunos anteriores a la creación de la República, como una memoria de 1769, además de varias enciclopedias.

Un antiguo ascensor, hoy modernizado, y más salones profusamente iluminados, al igual que el comedor de los socios y el bar La Trinchera, refugio de los bohemios que toma el nombre de una publicación que editaba la entidad, confirman la magnitud de las instalaciones.

Hay pasillos que fueron utilizados para el rodaje de la película Barbie, el carnicero de Lyon (1986). El nazi Barbie, escondido en la identidad de Klaus Altman, acudía con frecuencia a la confitería que da a la avenida Camacho, lugar de citas diversas, aunque ésa es otra historia.

La entidad nació con una fuerte presencia masculina, según el modelo de los tradicionales clubes ingleses. A partir de los años 80 del siglo pasado, la presencia femenina ha ido creciendo, aunque, como muestra la sala de retratos, los presidentes han sido y son todos varones.

Condecorada con el Cóndor de los Andes en 1982, año del centenario del club, la entidad es, define Riveros, “un símbolo de la paceñidad, pero al mismo tiempo la casa grande de los bolivianos”.

El 8 de mayo, el Club de La Paz cumplió 135 años de vida institucional. Los socios tienen motivos para festejar, pues poseen una nueva infraestructura en Auquisamaña, sobre 12.000 metros cuadrados, además de otra sede en Chulumani.

Fuente: Por Clovis Díaz, El diario; La Razón.